Recientemente me encontraba hablando con un amigo estilófilo al hilo del coleccionismo de plumas y, en un determinado momento, surgió un tema que suele ser habitual entre los aficionados, a saber, si las estilográficas pueden ser objeto de inversión con vistas a un futuro aprovechamiento económico. Creo que ya he tratado esta cuestión en anteriores ocasiones pero, por reducir tan interesante cuestión a una simple dicotomía, la respuesta sería que no. Las plumas, en general, no se revalorizan. Lo hacen algunos modelos por razones no siempre racionales u homologables. A veces es la escasez, la fama, otras por constituir un objeto histórico, o cualquier otro motivo, por estrambótico que pueda parecer. Como en toda apreciación económica o valor de cambio, en general, el precio final de un a cosa no es un factor objetivo sino que, por el contrario, está sometido a sesgos, prejuicios o tendencias psicológicas no necesariamente racionales (casi me atrevería a decir que , en muchos casos, apenas racionales).
Viene lo anterior a cuenta de que conozco una excepción. Un caso en el que la gran mayoría de los productos de un fabricante han mostrado un índice de revaloración que podríamos denominar constante, es decir, que no solo no han perdido valor respecto a su precio original de compra, sino que lo han incrementado históricamente hasta en varias veces. Este caso es el de Namiki. La mayoría de las plumas de este fabricante, muy concretamente las de gama superior, han experimentado una revalorización creciente hasta el punto de que, por ejemplo, hoy apenas existe mercado secundario y los precios de oferta son, en la mayoría de los casos, francamente desorbitados. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Qué tiene Namiki que no tienen otros? Empecemos por su historia.
Ryosuke Namiki
Ryosuke Namiki se había graduado en la Universidad de Tokyo como marino mercante. Prestando sus servicios como ingeniero jefe a bordo del Ariake Maru, conoció y trabó una fuerte amistad con otro marino. Se trataba de Masao Wada, con quien compartió seis meses a bordo del referido mercante. Ambos estaban entusiasmados con la idea de dar a conocer al mundo los productos y el arte japoneses.
Masao WadaPese a este hallazgo, las dificultades para mecanizar un plumín de oro viable hicieron que los trabajos de Namiki estuvieran al borde del fracaso hacia 1916. Escribió entonces a Wada pidiendo ayuda. Wada también había abandonado la marina para dedicarse con mucho éxito a los negocios. Sin pedir más explicaciones, Wada envió a Namiki la entonces enorme cantidad de 5.000 dólares que sirvió para que Ryosuke, apenas tres meses más tarde de recibir el dinero, produjera el primer plumín de oro enteramente japonés. Wada se entusiasmó con el proyecto y fundó con Namiki una compañía mercantil destinada a la fabricación de estilográficas. Cartel de la marca
La Namiki Manufacturing Co. Ltd. se fundó el 27 de enero de 1918. La compañía utilizó la marca Pilot y el logotipo de un salvavidas. Se trataba, obviamente, de sendos homenajes a la profesión de sus fundadores y, al mismo tiempo, a la condición de líderes del sector a la que aspiraban.
A partir de 1900, para el cuerpo de las plumas estilográficas era normal utilizar el material llamado "ebonita", una combinación de azufre y caucho, . Sin embargo, aunque la ebonita mostraba tolerancia hacia la tinta, tenía el defecto de cambiar de color y perder su brillo con el tiempo, la humedad y la exposición a la luz. A Namiki se le ocurrió que el lacado del material podría evitar estos problemas y, de paso, le daría más lustre y belleza. Para ello, decidió utilizar urushi, una laca tradicional japonesa que ya era famosa en todo el mundo, y que se aplicaba a muchos objetos. El proceso de lacado se patentó como Laccanaita, tanto en Japón como en Estados Unidos.
En 1926, Namiki ya había contactado con el mejor maestro japonés de maki-e, el célebre Gonroku Matsuda (1896–1986) a quien puso al frente de los diseños de la firma.
Gonroku Matsuda
Namiki y Wada seleccionaron algunas plumas diseñadas por Matsuda y se embarcaron en un viaje a países occidentales para desarrollar su mercado. En 1925, consiguieron un pedido de una importante empresa de Londres, y en 1926, se abrió la Oficina PILOT en la calle Bishopsgate de Londres. en ese mismo año, Namiki abrió tiendas en Nueva York, Shangai y Singapur. A partir de entonces, las plumas Namiki iban a estar decoradas en taka-maki-e (dibujo en relieve);
Ejemplares tempranos de plumas maki-e
Para 1930, la marca Namiki ya era bien conocida en Londres y, en ése año, Namiki consiguió, finalmente, firmar un contrato de distribución mundial con la londinense Dunhill, una famosa empresa proveedora de la casa real británica y muy bien implantada en el sector del lujo. A partir de este momento, la marca "Dunhill-Namiki Fountain Pen", adquirió fama mundial. En brazos de la poderosa capacidad de distribución de Dunhill, Namiki comenzó a jugar un papel protagónico en la industria de la estilográfica
En 1977, Pilot pone en el mercado la primera tableta de escritura magnética.